jueves, 27 de febrero de 2014

Todo es veneno, nada es veneno

Por César Vélez

Un día un perro vagabundo fue apresado por funcionarios del gobierno que le iban a someter a la eutanasia, César que pasaba por allí se apiado del pobre animal y le defendió:

César: ¿Por qué osan robar mi perro?

Funcionario 1: "¿Es de usted?...

Funcionario 2: "Ahora es de la municipalidad"

César: Nada les da derecho a disponer de la libertad de estos seres espléndidos, que no contaminan, que viven de verdad, y sobreviven a esa envidia humana que dicta que los animales están para provecho y consumo, ¡que vergüenza! pertenecer a esa raza.

Funcionario 1: (soltando al perro) "disculpe señor, solo seguimos ordenes..."

Funcionario 2: (en son de regaño a su compañero) "si lo dejamos libre luego no iremos tras de un perro sino de cien y es que se reproducen como conejos..."

César: Ustedes no miran que los que se reproducen más son estos (indica a diversos transeúntes) y estorban y contaminan, y se sienten orgullosos de sus madres y planean seguir perpetuando su especie "mala", y muchos de ellos no sienten nada por un perro, mejor dicho no "sienten".

Funcionario 2: "Yo digo que en vez del perro nos llevemos a este loco... al manicomio" (risas)

César: Yo ya he cumplido, si quieren inyecten en mis venas el veneno que era para ese perro y moriré o quizá no, quizá ustedes sean los que mueran, porque yo ya he bebido el odio de tanta gente, pero para alegría no he muerto, pero he aprendido que todo es veneno y nada es veneno, todo depende de la cantidad.