Por Antonio Carvajal
- "Dios dame la fortaleza y la fe para salvar esta alma que se ahoga en los mares de la soberbia y el orgullo"
Estoy preparando mi indumentaria para el día siguiente cuando llega la noticia de que en el pueblo hay unas niñas "endiabladas" se rumorea estaban ejecutando artes oscuras en una tabla auija, a mi llegada al lugar me rodea la curiosa multitud hasta que me topo con los familiares de dos de las niñas. Me llevan a humildes viviendas con la súplica común de "que las salve", y entonces hallo una escena difícil de digerir, son dos chiquillas de unos doce años que tienen la mirada perdida y susurran ininteligibles palabras, parece que perdieron el dominio de los músculos porque de su boca sale la saliva, y sudan pero su piel esta fría. Ante mi presencia ninguna muestra mayor inquietud sin embargo en cuanto le asomo el rosario y se lo pongo en sus manos reaccionan convulsionando. En eso la nube de curiosos da paso al Médico del pueblo que ha llegado, viendo como están las cosas toma raudo su maletín y extrae un frasco del que extrae con una jeringa una dosis, la aplica a una de las chicas que al momento parece calmarse y repite con una nueva jeringa la dosis a la otra chica.
Continúa...