jueves, 24 de septiembre de 2015

Nuestra vida en medio de la nada

Por Charlie Brown

A nuestras madrecitas les robamos nueve meses (promedio) pero ya que ellas no supieron orientar nuestros pasos y nos dieron todo gusto (material) les defraudamos cuando dimos fe de que no creíamos en nada. 

Ahora que no vengan a decir los de la moda que fueron ellos los de la idea de los Jeans rotos cuando nosotros andábamos con las rodillas raspadas, así como puede decir la Coca Cola que es más famosa que los Beatles si hasta mi abuelo sacaba el óxido de las cuchillas de afeitar con ese líquido majestuoso. 

Mi mamá murió alcohólica y en el sepelio tuvimos que tapar el olor a Brandy con aerosoles de "fino olor". A mi Tío le contagiaron la muerte por el sexo como a Fredy Mercury. 

Saber que todos los que quieres pueden un día irse hace que la vida sea injusta. Pero es perdiendo como se te quita ese orgullo enfermizo, y agachas la cabeza y te consuelas por el peso de tus culpas y la idea de que pronto quizá te llegue la hora.

Yo me casé y me decepcioné, volví al vicio de las copas llenas del alcohol más nocivo, pero viendo que así no me iba a morir me volví a enamorar y me casé de nuevo y me la volvieron a hacer. Esto de la realidad es un mete y saca y yo he pretendido quedarme quieto pero no dejan.

Hoy gracias a un profeta de las cumbres y cordilleras pienso en que todo es mental. La nada nos da la razón y es desde siempre nuestra elección fundamental, bien o mal uno siempre busca un espacio vacío para complacerse: sea entre las piernas de una mujer, en una tumba recién abierta, en medio de tus labios bucales o entre tus senos apretados y sudados.

Gracias Profeta Gonzalo Arango por esta maravillosa herencia.