Por Antonio Carvajal
La fe mueve montañas
Intento fortalecer la estima de los demás, el sermón sobra mientras haya una luz de confianza en sí mismo/a, hay esperanza por doquier, pero nada vale si no tenemos la fe de su consecución, hoy los seres de la vida necesitan atestiguar sus dudas, van a buscar trabajo y prenden las velas, se confiesan se santiguan, se dan golpes en el pecho y prometen lo imposible "si me va bien hoy, prometo..."; los suelo ver de rodillas en las capillas de los hospitales rogando "... si sale todo bien, prometo..." y hasta en medio de las celebraciones eucarísticas, pero no cambian, siguen en la misma tónica y su mismo nivel de confianza, de fe. Como si creyeran de momento o por si las cosas se pudiesen agravar, la noción es que miran en la T.V. los milagros de sanación, y entonces se atreven a hacer un atrio al Creador, y recuerdan que hay un Dios. Sucede lo bueno y agradecen al cielo, sucede algo malo y acusan al cielo de no interceder.