Por Sahid Yepes
Las pobrecitas vacas van al matadero, en fila las van llevando, en camiones, empujadas, maltratadas, allá son sacrificadas con un punzón directo al cerebro ó al corazón, les extraen la piel, los huesos, las carnes de adentro y ellas ni -mú- muertas por su peor enemigo, un depredador que se reproduce por importancia, y que tiene la enfermedad del ego: creerse más y más. Pobres toros que quedan sin pareja. A las pobres vacas les hacen dar cría y luego les sacan la leche, y las matan para la carne, lo bueno de ser vaca allá en la India donde las vacas son sagradas.