La Otra Clase
El sexo clandestino en la noche, el crimen a pleno día.
Emilio Suárez
Nuestros papitos nos abandonaron, se guardaron su herencia en los pantalones y siguieron haciendo de las suyas.
Nuestros hermanos fueron los de la calle, los que no tenían ni madre, solo perros.
Allá aprendimos el correcto modo.
A envidiar al niño bueno que tiene todo.
Y nos pusimos la corbata para pasar en el club.
Vimos a la opulencia tirar la comida.
Vimos a las doncellas hacer mala cara con la pornografía y buena con sus sexos antojados.
Y en sus lustrosos autos imponer su don de personas de hábitos y buenos modales.
Nos perneamos a sus fiestas y vimos como alimentaban su orgullo al demostrarle lo que poseían a los demás, mientras nosotros orinábamos sus postres y escupíamos en su caviar.