La Otra Clase
Lo que es el César anda con su perrita atrás atrás, le compra la ropita, le da en la boquita el alimento lo mismo que el placer, -mira, mira dice divertida ella señalando al arco iris - y él se ríe, es feliz a su lado y todos creemos que nuestro Emperador halló a la mujer de su vida, aunque según Aleja una buena mujer no se encuentra en una discoteca, ni en la calle menos en un burdel. Como nosotros tampoco vamos a la biblioteca y si a las salas de velación a besar viudas y huérfanas y a darle un beso al muerto y si es bonita, a la muerta y de paso robarnos la cristalería y la joyería, nos tragamos la historia de la huérfanita de la mujer de nuestro amigo. Y tanto amor viene empalagando y que ya no vamos creyendo en la buena voluntad de la sultanita y traz! que se levanta la minifalda y huye la descarada con un pez más gordo la interesada, será la soberbia o la testarudez de nuestro amigo que primero lo toma bien y luego se da contra el suelo y apura a prometer venganza, y nosotros a decir a tiempo mejor olvidar a la damita, y todo es una ilusión fútil que la doncella aparece en las últimas con una infección mortal a pedir perdón pero para colmo de males nadie la reconoció.