ALGUN DÍA DE ESOS cuando caminaba orgulloso, confiado y más enamorado que un mico de un banano, uno de aquellos voceadores del comercio me llamó "respetable caballero" me sentí desde luego atraído por el restaurante que promocionaba el pregonero, atracción que se desmoronó cuando me facilitaron la carta con los precios... interesante. Yo no me voy a complicar con protocolos ni ceremonías, mi abuelo me enseño a arremangarse la ruana y arremeter pero como yo no tengo ruana me arremango la camisa (de manga corta) doy la espalda y me marcho con dignidad y que los comensales vean en mi rostro y adivinen que no tengo un peso, ó mejor que sí tengo muchos pesos enrollados pero no son para mí sino para donarlos a una corporación que atiende a niños abandonados... Disculpéme señor voceador, pregonero o lo que sea por desatender su maravilloso halago e invitación, pero no soy ningún "respetable caballero" mis calcetínes tienen agujeros igual que mi alma, dicen los Psicólogos que padezco de baja estima (aunque mido 1.80 mts), un poco de esquizofrénia (ceguera díria yo), síndrome conversivo (creo que es porque no "converso" mucho), ambivalencia afectiva (creo porque quiero y no quiero), frustración y algo de depresión crónica... Y todo causado por ser humilde ("dejado" diría mi abuelo).
Pero para no dejárlos con tan lamentable diagnóstico todo eso tiene cura y es seguir adelante tirando moco y lágrima por los que sufren y tratando de no ser crucificado por los infieles... mientras tanto vivo...muerto de la risa como me recuerdan todos. CREO.