Yo
Gonzalo Arango
tirano del mundo
me sentencio a la
PENA CAPITAL
de pasar la vida
frente a una máquina de escribir
escribiendo la palabra MIERDA
por los siglos de los siglos.
Tomó el confíte y me hago para mí mismo el juramento de no morderlo, pero tan pronto como lo pongo en mi boca se me olvida y lo trenzo entre mis dientes deshaciéndolo en crepusculares particulas y entonces tengo que intentar otra vez, en esto parece consistir la vida, no la mía, la de todos, entre deseos, anhelos y frustraciones.
Somos geniales en cuanto tenemos de nuestra parte el tónico para asesinar el ego, somos locos porque pérdimos la razón escuchando el sonido de la nada y somos peligrosos a raíz de que nos importa un pito todo y por tanto lanzaremos todo por la ventana y luego nos lanzaremos nosotros mismos.
Y aunque las fuerzas del lado oscuro se han confabulado para estropear nuestras andanzas tenemos amuletos salivales que aplicados a nuestros lóbulos auditivos nos convertirán en mártires sino en santos para derrotar la malvada intención, nuestra trinchera es el amor a nuestras letras e ideas y nuestro escudo es esa nada que desafía cualquier orden.
Personalmente me convertí en un Nadaísta cuando mi humildad llegó al grado de no desear nada y ser feliz, cuando leí que un hombre en un parque profesó: "YO SOY DIOS... HUÍD DE MÍ" y salió corriendo ó volando, no sé. Al Nadaísmo le debo todo lo que me he ahorrado en drogas ílicitas, en licores, cigarrillos y hasta a veces en mujeres... algún día pagaré, lo juró.