- Despierta! - me dice una voz, yo abro los ojos pero no miro a nadie cerca a mí.
La luz es intensa y duele en los ojos su resplandor intenso. Estoy en un sitio que no tiene principio ni fin donde impera la blancura, donde el concepto de color no existe y mi cerebro traza límites y fallas, aquí todo es perfecto, salvo la soledad.
Me he acostumbrado a la luz blanca y creo avanzar hacia algún lado. No hay paredes, ni arriba ni abajo, de improviso la voz se manifiesta de nuevo:
- ¿Qué hiciste por los demás? - pregunta, y mientras trato de recordar, me doy cuenta de un suceso que me asusta, aunque siento que mi cuerpo sigue allí no siento que estoy respirando, tampoco puedo notar pulsaciones ¿habré muerto?, la voz vuelve a repetir la pregunta, creía que debía decir solo una frase, decir por ejemplo - a la gente necesitada le di dinero - pero en cambio comencé contando que yo era un escritor que en mis letras trataba de que la vida de las otras personas mejorara, invitándoles a percibir lo que realmente importa.
La voz insistió de nuevo con otra pregunta:
- ¿Qué hiciste por ti?
Pensé en decir "que nada" porque todo lo que antes había hecho por los demás me alentaba a justificar eso que no podía hacer conmigo mismo. - Me amé - dije mintiendo.