Entré en controversía con un simpatizante religioso quien aseguraba que en su iglesia la Biblia era de libre distribución y gratuita "entonces" le insinué "a mí me engañaron porque me cobraron por adquirir un ejemplar". Mi amigo César decía que nada es gratis y que si de pronto te encuentras con algo que "sí" hay que dudar mil veces que lo es. Hay que leer la letra menudita y entender la publicidad engañosa. Hay cosas que ciertamente se regalan pero la deuda persiste, ahora que el único ser que andaba repartiendo milagros sin pedir nada a cambio era el Profeta Jesús y mira como terminó, atiendo la súplica de mi amigo César cuando me dice que haga el bien pero que no regale nada. Quizá llego la hora de comenzar a cobrar.