viernes, 28 de febrero de 2014

Los infelices no tienen causa

Por César Vélez

Nací, crecí, aún no me he reproducido y sé que un día moriré.

Los crepitantes seres de la naturaleza se liberan del imperio de los sentidos, ellos sienten de otra manera, la vida para ellos es un espejismo engañoso, el espacio y el tiempo son solo constantes, lo que importa es sentir. Esta clase de seres vuelan con sus mentes y prorrogan su sufrimiento para el final, hay que buscarse una buena causa para darle sentido a la vida, mientras llega la hora veremos al cielo y pensaremos en el más allá. Si nos reproducimos es en un intento de perpetuarnos en la inmortalidad, pero todo acaba, todo se funde en lo anodino. Por eso es que amo este Nadaísmo, este clase de seres que sonríen y se jactan de subsistir con o sin amor, con o sin dinero, con o sin petróleo. Son tiernos como perritos, pero feroces como lobos hambrientos, ellos saben enhebrar con palabras prodigiosas a sus musas o mozas, ellos hacen del orgasmo algo insignificante. Ellos son los que gritan y caen las estructuras, dicen que pensar es el trabajo más arduo.Por eso te los encuentras en la calle, en el cosmos, en un beso, en un parpadeo. Hasta allí pienso llegar.