Los Indomables
Acreditamos nuestras poses defensivas, ¡estamos perdidos no salvados!
Relegados, pero dispuestos a evitar el caos, reproducirnos sería pecado.
Contamos las balas pasadas y las heridas.
Fascinamos a las pérdidas almas enclenques en cuerpos fatales de señoritas cuyo vello púbico sigue sin mover el viento y aprendemos de sendas putas licenciadas.
El poema exacto para entrar a donde siempre hemos querido.