La materia prima de la vida son los sueños, y desde muy niños comenzamos a tener ideas, a despertar hacia una creatividad desmedida, necesitamos que alguien crea en eso, pero frente a los adultos se pasa desapercibido este ciclo, en cambio si se acude a la creación de patrones cognitivos rígidos y aburridos, una clase de domesticación ejemplar que nos conduce a ver que la vida no es tan colorida como se pensaba.
No nos gusta la muerte porque nos atamos demasiado a esta existencia y anteponemos la armonía y la experiencia del amor y el cariño para nuestros seres, pero en el fondo precisamos que como individuos debemos cumplir la misión encomendada que al parecer es hacer algo con nuestras vida y ayudar a que otros hagan algo con las suyas.