Hay un tiempo de uso, la vida una carga a lado de la posibilidad de disfrutar, una cárcel cuya condena es a trabajo forzoso, a tres raciones diarias y a envolverse a la apatía de la naturaleza, que a unos les otorga una débil constitución y por tanto haciéndolos objeto de enfermedades. Vida y muerte se debaten en el mismo espacio, y con la misma perversa malicia, caso de quien gesta desde la concepción una promesa y luego solo un mundo pecador y nocivo. Luego la muerte sucede también cuando la felicidad aflora, y cuando todo parece ir bien, se sucede y no hay oportunidad sino la de entender que hay acciones que escapan a nuestro control.