Experimento 1:
Sueño un número, lo apuesto a la lotería.
Resultado: no cae el número.
Secuela: No vuelvo a soñar y si sueño números no vuelvo a jugar a
la lotería.
Experimento 2:
Le digo a la persona que me gusta que "le amo"
Resultado: la persona no contesta como me gustaría lo hiciera.
Ella dice que le gusta otra persona o en el peor de los casos ella manifiesta
no creer en el amor.
Secuela: No vuelvo a decir "te amo" a nadie
Pero la consecuencia mayor es la de no creer exista un destino, no
estoy para ganarme la lotería, como tampoco estoy aquí para amar a alguien,
luego el único destino conocido y del cual no puedo escapar es el tener un
final.
Se dice por tanto destino a lo que en últimas sucede
inevitablemente.