Un día naces y mucho después eres consciente del tiempo y de la vida. Te dicen que es indispensable tener una profesión y un conocimientos, bien para que los otros te respeten y para que no te engañen. El mito del bien y el mal, de la garantía de la felicidad, del buen entender y la estética y la urbanidad, del respeto y del perdón, de lo que conviene y no, de todo el consorte social labrado a punta de elecciones.
La inclemencia de este mundo es que acaba con todo, lo que hoy existe con vida, a futuro puede desaparecer, o desaparece algo o desaparecemos nosotros. Si todo cuanto existe debe pasar por el cerebro para existir si no hay cerebro no existe nada.
Pero la idea es que estamos siendo engañados por una percepción espacio temporal, en la que crecemos, en la que fomentamos nuestro ser, y en la que planteamos toda una experiencia que a nuestro tiempo puede durar unos años pero que a la vista del universo pasa a ser apenas una brisa.