Por: Ferny
La resistencia intelectual pacífista
Atontada, llena de deseo, esta como ida, como suave, como dispuesta y no le importa entonces irse de bruses a un lado de la cama y de repente aparecer desnuda y decír sin pudor ni conciencia -has conmigo lo que quieras- y entonces mientras el miembro asume su erección me dedico a besarla por todos lados, a tratar de lubricarla totalmente para que se deslice pero la atrevida se exalta y atrapa mi sexo entre su boca y me eleva y me roba energía y total bueno para ella porque ahora el sexo luce brillante y entonces le digo si se atreva a darme la espalda -toma lo que quieras- dice respirando con dificultad, y la elevo sobre mí al punto de dominarle la entrepierna y ella asume su caliente sangre mitad licor y me pego de sus pechos y al fondo siento que hierve y le apago la inquietud con chorros espléndidos que se afana a consumir y luego me lanza una seria mirada y dice algo como -lo hiciste me vine y todo- y como para ella el licor es asunto de copas y su vagina es una copa que tengo que llenar va por otra faena dispuesta a obtener su cóctel.