Por: La resistencia intelectual pacífista
Por azar estaba allí parado mirándola por la ranura del vestier intacta viéndose al espejo con no sé que semblante de descontento ó placer, tenía un cuerpo magnífico y ni sé si será cierto o no que algunas chicas son más bellas vestidas pero a la que miraba no tenia desperdicio, quizá pensé en filtrarme por en medio de la cortina y llegarle por la espalda y atraparla, pensé en que la bombilla estaba demasiado cerca a su cabeza y haría mucho calor, ni parpadié cuando volvió a quedarse semi desnuda y quisé sentir ese aroma crudo, juvenil, disperso, más allá de un aroma virginal, un perfume tierno que me puso a mil, que hizo que mi orgáno más encerrado de repente saltará intentando liberarse para conquistar. Tenia una de esas erecciones que no dependen de tí, de esas que luego de sofocar y traer afuera el jugo translúcido aún permanecen, y de repente ella gira y descubre mi entusiasmo mientras cubre todo su ser y me deja iniciado. Pienso luego en que ella sabía que era espiada y lo disfrutaba en silencio. Cuando se marchó sin comprar nada me lanzó una mirada tenúe, incompleta mirando mi zona íntima húmeda dispuesta a explotar en cuanto tuviera oportunidad.