Por: Donna.
La resistencia intelectual pacífista
Antes de hacer el amor no debes fumar, después has lo que quieras. Antes de amarme así no debes confesar con cuantas has estado ya, después podrás contarme como una más, ni me importa si eres uno de aquellos que puede retrasar el extásis y causar latidos orgásmicos como sismos, como olas que apremian, como si los propios pezones fuesen volcanes, no; no tienes que retirarte y ocuparte en sentirte feliz y al mismo tiempo triste porque eyaculaste un poco aquí y otro poco acá y no puedes seguir de inmediato, esto no es una pelea ¿ó mejor? quizá lo sea, quiero mi segundo round, pero esta vez quiero que me poseas de otra manera, creéme bella, mirame a los ojos cuando lo hundas y cuando lo saques gime por mi, conmigo, intenta abrir mis piernas lo menos posible para que entre ajustado y puedas sentirme plena, a lo mejor esta vez acabo primero; como esto además de todo no es perfecto y él compite, jadea, se entrega solo a su desdicha no alcanza a retirarse a tiempo y apenas un diminuto latido me queda entre pierna y pierna y quiero y no quiero, le doy con la palma de la mano libre un golpe que le trasfiere la culpa de haber hecho algo malo. Me acuesto boca abajo para ver si asoma algo, mientras él ríe, se acomoda y duerme y al verme preocupada dice ¡mentira! no he hecho nada allí dentro, en mi mente pienso "pero lo sentí" y por seguridad al otro día tomaré la pildora, no quiero un hijo de este man tan p-e-r-r-o.