Por: Víctoria Carvajal_ Cuando llegué al refugio sentí que había mucho por hacer, los niños yacían en un estado de descuido total, sin duda planeé un baño para ellos pero fue lo primero que me anunciaron "cuidado con el agua" la prioridad era el agua para beber, el refugio no poseía una red de acueducto y el río más cercano estaba a unos dos kilómetros, extrañaba mi país, más las lluvias continuas y e clima diverso, gracias al apoyo de gente de la región se descubrió un pozo de agua cristalina y se pudo dar al fin solución al caso, pero comenzó también el invierno en forma de tormentas con vientos poderosos que amenazaban desprender el techo, otra calamidad fueron los alimentos los enlatados, semillas y cremas todo con un vicio artificial estaba causando en los niños malestares estomacales. Y para completar el cuadro dramático tres chicos huyeron del refugio presuntamente con el deseo de pasar la frontera entre México y Estados Unidos. Hice saber al Ministerio mi intención de renunciar a la administración del refugio debido a que era difícil la tarea, pero de allá recibí unas palabras de aliento "Hasta ahora lo has hecho bien"; y aunque ahora sé que todo no puede ser perfecto, gracias a la contribución decidida de la gente sorteamos tormentas difíciles y pese a todo estar presente y de frente a los problemas es tarea de todos, fracasamos cien veces pero nos levantamos doscientas si es necesario.