Por: Víctoria Carvajal_ La oración cuando se hace bien tiene efectos inmediatos, recuerdo en el Convento demostrar la devoción con muecas de seriedad y serenidad y plena sumisión a las ordenes superiores, pero la oración verdadera es la que se hace en soledad, poniéndo todos los sentidos en conjunción con el Creador. Hay que saber hablar con Dios. La postura debe ser de pleno respeto y relajación, la respiración lenta y por sobre todo las manos deben ir juntas y estáticas en un punto y si se lee hay que conservar cada palabra, cada acto expresado, explica la Madre que de rodillas es la forma de pedir y también de brindar, las rodillas soportan el peso del cuerpo. Fue hasta mucho después cuando aprendimos que la oración es una expresión de plena conciencia de armonía, de supresión de toda preocupación y de descanso.