Colgué la Sotana por allá en el año 2003, y aunque me precio de haber renunciado al Clero y no haber sido despedido el motivo viene siendo muy claro: traición al mandato de celibato. Aunque siempre prediqué que el amor es cosa de poetas, creí pecar en eso de la confianza, y es que lamentablemente es razonable la ley de los contrarios que aplica que el que no quiere muy en el fondo desea. El verdadero drama de un Apostol del señor comienza cuando es víctima de los apetitos terrestres, cuando su fe falla frente a su deseo y su obsesión se vuelve más fuerte y siente que su voluntad ya no puede más. Así como la vocación llama el amor parece que insiste, y entonces el cuerpo se atreve a triunfar, lo físico sobre lo espiritual.
Una entrevista completa al padre Antonio Carvajal se publico aquí en este Blog: