Comité Experimental
Por: Pablo
En estos momentos estoy muy triste, ninguna droga me quita este ruido del oído, es como un motor a punto de arrancar, el Médico dice que es la presión alta, la abuela me dice que quizá sea una maldición. Manejo un taxi todo el día, mi loción huele a gasolina, evito el tráfico, respeto la autoridad de los semáforos, cuando el cliente dice que aguarde me pongo a mirar un periódico que me trajo Miguel de Italia, de Roma, allí encuentro un consuelo, hay dos chicas glamurosas mostrando su cuerpo, un monumento, cuando tenga dinero sueño con ir a buscar una esposa allá, bien dice el paisita que hay que mejorar la raza.
La primera vez que escuché el ruido aquel pensé que se trataba de una avería en el auto pero el mecánico y otras personas confirmaron que no escuchaban tal ruido. Fue cuando alguien dijo que quizá el sonido estuviera dentro de mi cabeza. Lo peor es que comenzó a interrumpir el sueño y a aparecer en el momento menos pensado. El Médico me hizo lavados de oído, me recetó gotas, me dió medicamentos, y al final sin saber otra alternativa me remitió al Psicológo.
Su diagnóstico fue que el oficio de taxista no era para mí y esa tendencia de estar en ese entorno en contra de mis reales anhelos producia el dichoso ruido, la noticia solo ocasionó mi desespero y pensé mientras conducía en acelerar y no tomar la próxima curva sino seguir de largo al precipicio. Comencé a experimentar pánico y deseos de huír hacia otra parte. Seguí por un sendero hasta la estatal, lo raro es que apenas cruzó la frontera llega la calma, tan dichosa, tan espontánea que interrumpe el ruido y entonces me declaro adepto a la internacional y alérgico a la patria.