La recepción es fría, y ese color blanco no va del todo, odio esos centros de atención en salud con su olor a cloro y luz blanca, alguien llama al siguiente turno, en la sala de espera nadie contesta, ni se mueve, entonce avanzo decidido.
Una Enfermera toma mi orden:
Me ordena sentarme en una silla y descubrir mi brazo hasta el codo.
- ¿Usted le tiene miedo a las agujas? - dice con una burlona sonrisa. -Porque esta es un poco grande - dice ya con una mueca de beneplácito.
- No niego me impresiona - acabo de decir cuanto siento el piquete.
Hay un espejo y una mesa con ruedas.
Me dan una bola de algodón que aprieto con fuerza.
Apenas me levanto siento un mareo, caigo sentado de nuevo y la Enfermera busca el alcohol.
Estoy soñando, en mi mente todo da vueltas,
Recupero la estabilidad, el olor del alcohol ha quedado impregnado en mi nariz, estoy midiendo cada paso, es la debilidad, un fugaz resplandor me advierte que sufriré otro desmayo, pero esta vez es solo la sensación, al parecer camino envuelto en las nubes, hay calma, hay una tranquilidad que no debería tener. No puedo describir la sensación.