Emilio Suaréz "El cabo"
En la guerra no hay casualidad.
- ¿Tienes algo de comer? - dijo coqueta
- Yo - y sonrío como si esa fuera la respuesta.
Esa noche la llevé a la cama y pequé en decirle que le había amado en silencio todo ese tiempo, me noté frágil y ella se aprovecho de esa circunstancia para no verme más.
Mientras los demás aseguraban el área yo movía con cuidado hojas y ramas de encima del explosivo, no me explicaba como es que el mecanismo eléctrico estaba intacto a pesar de las últimas lluvias, no había óxido y eso suponía que el enemigo no estaba tan lejos. Me deshice de todo lo metálico que tenía, y a una señal ordene a todos alejarse, con un cordel sujete el cable fuerte y comencé a rotar el carrete del hilo, conté veinte metros y jalé el cable, una brisa surgió después del estallido que fue ahogado por el barro circundante.
Cuando regresé mi Mayor me tenía de regalo una chocolatina Jet.