Por Carlos Alvárez
Por la cantidad de personas se hace necesario dividir en dos grupos a los aspirantes como nos dicen; va a haber un grupo para la madrugada y otro para la tarde yo aspiro a quedar en el segundo, mi idea fue ver la preparación del Yagé, pero don Pastor me insinúo que eso es algo que los Indígenas se reservan, aunque lo que si pude ver fue una olla puesta en la llama de una fogata a pleno hervir cuyo contenido eran puras ramas. El primer grupo fue convocado a realizar una ronda mientras el señor Gabriel se paseo con los ojos semi-cerrados haciendo un baile y recitando algunas palabras en su idioma Indígena nativo, de no sé donde aparecieron también otros indígenas con sus ornamentos y comenzaron a danzar, el todo fue que del grupo sacaron a tres personas que esperaron aparte los otros hicieron fila junto a la cocina de la casa y recibieron un vaso plástico, mientras tanto el señor Gabriel miraba a cada uno mientras otro señor iba de una olla sirviendo un líquido semi-espeso ese debía ser el Yagé, el Señor Gabriel iba danzando, de repente de la fila extrajo a dos personas más y les arrebató el vaso convidándolos a esperar, y a una orden todos bebíeron un sorbo, luego esperaron y continuaron a la orden tomando hasta acabar el contenido del vaso. Observabámos con intríga la ceremonia; se notaba el nerviosismo de unos cuando al sostener el vaso del que bebían temblaban. Uno a uno fueron llevados a donde estaban las hamacas, nosotros esperábamos a observar algún evento pero todo fue impedido por una cortina que se cerró en cuanto entró el último de los aspirantes, solo se escuchaba la música de tambores y "quenas" que son flautas elaboradas en caña. Al silencio se unieron gritos, risas y sollozos algo que causo desconcierto en lo que esperabamos.