Dicen por allí que toca besar a muchos sapos antes de dar con el Príncipe azul, también dicen que hay que estar muy desocupados y desesperados para creer que el amor es el motor del mundo. Los cuentos suelen exagerar: te dicen que existía una mujer bellísima, bellísima y un príncipe apuesto y valiente y cuando pasa de cierto la realidad es otra cosa, allá lo que manda es el interés y lo que aplaca toda ira es el bienestar económico, no hay castillos, ni torres desde donde una princesa lance su cabello.