Un humo negro llena la habitación, escucho a mamá regañando a alguien, alguien tose, yo no le halló problema a eso de que alguien olvido apagar la estufa, quizá el olvido es como esa muerte suave y dulce con ese aroma a quemado.
Mamá duro un mes contando los pormenores del suceso en el que según ella ya habíamos muerto y fuimos resucitados por el santo de su devoción.
¡Que va! si morirse simplifica tanto todo.
Me libraría de ir a la escuela, de pagar lo que debo, de atormentarme con la belleza de la Profesora, de hacer la tarea, de tener que subir y bajar, de ir y volver, en la muerte coincidiremos todos.