Y si la vida es sueño y la muerte fuese un despertar, quizá lamentaríamos no haber hecho más por las personas e inclusive por nosotros mismos. La vida trae esa dosis de tormento y de desilusión, de arraigo y de insatisfacción, es un espacio para llenar de cosas y sentimientos que no se llena nunca y siempre nos hace falta el centavo para completar el resto, nunca se nos hará completa. Ni aún con todo lo que tenemos estaremos dispuestos a reconocer la satisfacción total.
Nutrimos el ego, por eso nos gusta compararnos, por eso estimamos que la vida es una competencia. por eso presupuestamos modos de ser ante las situaciones, por eso y no por precavidos anhelamos poder tener opciones, estamos tan adheridos al juego de la mente que no aceptamos un final definitivo.