Por V.
Desde la penumbra la muerte acecha, ¿a quién le tocará hoy? y la vida se abre paso entre las múltiples posibilidades de ser, pero siempre culmina equilibrándose la balanza, una muerte = una vida y viceversa, entonces todos tienen posibilidad. De todas las cosas que se suceden la muerte parece la única importante pues no ve tu condición social, tu aspecto ni tu pensamiento, a veces madruga, a veces trasnocha, y a veces anda suelta buscando lo que no se le ha perdido, a veces sale a cazar su presa.
De entre todos los males se elige el que esclaviza menos, el que es menos constante, a veces es necesario el sacrificio de unos para el bienestar de otros. Es inminente que la humanidad está para subsistir y al mundo no es necesario que nadie lo salve, en virtud de la ambición y el deseo obsesivo del hombre por ser el rey de la creación y la especie dominante emerge de todo esto quizá el fin del mundo ó la metámorfosis de la raza.
El fin de todo descansa en que desde ya se ha planteado un fin fenomenal que reúne todo los excesos, todas la pasiones y delirios y todo el deseo de ser humano que desea vivir cuando ya muere y viceversa, desea estar en paz cuando hay guerra, y hace la guerra porque cree merecer la paz, no es acaso lógico que la muerte solo tenga una cara y comulgue con lo pleno, lo absoluto, lo inevitable.