Por V.
Las primeras peleas fueron en medio de una cancha rudimentaria de microfútbol y por cosas nimias como el orgullo de infantes, el triunfo sobre el "otro", pero luego de algunos años las circunstancias fueron cambiando y las peleas a puño limpio fueron asunto de tragos y faldas ¡aleluya!, a las damiselas les encanta ver como pelean por ellas. Para mi desdicha mi atacante era mayor en años que yo y quizá fuerza, pero de alguna manera aunque pegó más fuerte salió derrotado por la culpa, mi segundo adversario me creyo insignificante cuando quiso debatirse conmigo por culpa de una dama a la que ambos pretendiamos pero que perdimos cuando un tercero aprovechó la situación. (Interrumpo aquí para expresar mi alegría porque de la nada me vienen a pagar una deuda "dizque" antigua de la que no me acuerdo pero que con gusto acepto con cara de sorpresa por no decir de "pastel") bueno sigo: en la última pelea que fue por diferencias "ideales" el contrario atacante además de dejarme una fea huella en plena frente, me agrieto tres dientes, y al ver que no causaba más daño maldijo mi especie... a lo que yo insinué una sonrisa sarcástica y llena de compasión conmigo mismo por no saber pelear de otra manera.