Por V.
Congelado quedé cuando me solicitaron esa ayuda. Esta bien que yo sea un ser altruísta, generoso y hasta a veces egoísta con unos para poder tener para otros, PERO tampoco abusen. Sé quién puede colaborarles con ese dinero pero no me lo pidan a mí, que sinceramente ando con los bolsillos planchados y rotos por andar cargando las dichosas monedas (falsas además). Soy muy humilde y mi propósito es ayudar, y para eso junto con amigos hemos realizado contribuciones decididas y definitivas a corporaciones dedicadas a la atención de la niñez.
Hay quien precisa que es una labor superficial, egoísta y hasta vana. Hay personas que se vuelven hacia el odio en cuanto obviamos sus peticiones de colaborar con otras causas, les sugerimos no presionen a nuestros patrocinadores y solo tengan paciencia, todo se resolverá, pero hay que esperar. Hay distintas formas para ayudar no solo el dinero colma, la solidaridad a veces nos pone en aprietos, hay voluntarios que mienten a sus esposas e hijos para tener tiempo y disposición de dinero todo porque existen personas que están de acuerdo y otras que no. A diario recibo mensajes, cartas y misivas con solicitudes que al leerlas plasman escenarios terribles: familias desplazadas con anuncios de desalojo, madres con sus hijos enfermos, hogares de paso con el techo colapsado por las lluvias, artistas en bancarrota y otros fugados con problemas de vicios y legales.
Como la tarea ha sido ardúa y como por andar de redentores hay el riesgo de terminar crucificados, hacemos el llamado para que ayuden a quien precisen tenga problemas. Cada vez que ayudamos a alguien hay que insistir en que se haga lo mismo una y otra vez, hay que ir con el precepto de dar más, siempre más y de igual manera a favor nuestro versarán todas las bendiciones del mundo.