Por V.
- No te entiendo, ¿sabes?, mejor dejemos que el tiempo medie y cuándo estémos calmados hablamos, ahora es imposible llegar a un acuerdo, te lo suplico...
- Esta bien, pero quede claro que yo siempre hago lo que tú dices, sin discutir, sin tratar de disuadirte de nada, siempre trato de hablar menos que tú...
- Me estás señalando de hablador... allá tú...
- Por favor, no vas a iniciar de nuevo, solo trato de hacerte entrar en razón...
- Pero quién no entiende razones eres tú, creas un conflicto de la nada, sin explicar a ciencia cierta por qué reaccionas así, supongo tu ira no es en contra mía, qué te pasa...
- No lo sé, es mejor que te vayas, hablaremos luego...
- Necesito que digas algo que justifique esta pelea ¿qué te hice?...
- Qué deseas que diga, me siento mal y no me entiendes, solo vete...
- Está bien me iré...
Voy pensando sobre quién perderá, creo que a la final como dice el César perderá el pobre. Si, y entonces me pongo a pensar en el pobre hombre que vende flores (porque a ella le gustan las flores) y en el otro hombre que vende chocolates (porque a ella le gustan los chocolates), y a la mujer que vende tarjetas (porque a ella le encantan las tarjetas)... miró la ciudad desde el puente y pienso en que deberían hacer puentes más altos, en que eso del amor a la final (como dice el César) es un simple juego de adultos en el que siempre pierden los pobres.