lunes, 12 de diciembre de 2011

EL BAILE DE LOS ASTUTOS

Por V.




Solo porque ella lo pidió así me fuí subiendo y ocupé el puesto de adelante, odio ver tan de cerca la carretera, además si ibámos los dos quedaba algo extraño ir en los asientos de atrás como un pasajero, aunque luego adiviné que necesitaba hablar seriamente conmigo. Cuando puso en marcha el auto noté como un desconcierto en su semblante y para romper de una vez el silencio se me ocurrió elogiar el clima, pero vaya a saber uno lo que piensa una mujer mientras conduce, mira las vitrinas, elude al transéute, toma decisión sobre la ruta. Aprovechando el semáforo me lanza una mirada y me aplica con su voz una idea inconcebible "te quiero". 

La luz verde sin tregua se activa y el auto arranca sin darme el chance de agregar nada distinto a una cara de imbécil, primero por no haber aprendido a conducir para ser yo quien guie el auto y segundo por no tener los huevos para tomar la iniciativa. En absoluto estoy atento a la carretera y ella espera una respuesta y ante mi frialdad acelera cada vez más y entonces mi mirada la encuentra y mi boca dice al fin lo correcto -"¿qué pretendes?"- y ella dice "matarnos" y yo sin darle opción respondo -"No. Con eso de quererme"- y entonces sonríe mientras disminuye la velocidad. Luego dice algo como: "Son cosas mías, muy íntimas y no sé por qué te las digo, creo que debí mejor callar y sufrir en silencio, sé que contigo no tengo oportunidad...". 

Cuando se detiene el auto frente a mi destino no sé que decirle, quizá sea bueno disculparme, quizá darle un beso, pero me limito a un tímido -"gracias"- a pocos pasos vuelvo la mirada y la descubro agachada tal vez llorando, regreso y me coloco a lado de su ventana le pido baje el cristal, pero se sustrae y pone el auto en marcha y avanza lento, baja el cristal y dice antes de acelerar "olvídalo"... no la he vuelto a ver más.