Por V.
Esto es porque estoy inspirado, lleno de deseos de reír a costa inclusive de un dolor de muela que no sé por qué pero siempre me da en diciembre, y es que estoy haciéndo méritos para que alguna editorial ó por lo menos imprenta me colabore sacando en limpio mis libritos que son como folletos, y eso porque los catedráticos dicen que el libro debe tener más de 48 páginas. ¡Cielos! caí, pero algo se me ocurrirá: ampliar la letra ó la foto, o lo que sea, en el fondo odio estos orgullosos seres que le ponen normas a todo, ¿cómo harán el amor los dichosos catedráticos?.
Sueño con esto de tener entre mis manos alguno de mis libros con una presentación estética perfecta y no con las deficiencias de una impresión casera, vuelvo a casa donde con todas las ganas del mundo desean averiguar si ya me han pagado la prima y la bonificación y mientras no, sé que voy a tener que aguantar las puertas estrellarse contra el marco, los alaridos, las peleas, la quejas y ese calor insipiente al que le dicen verano.
Mi camisa está húmeda en las axilas y la espalda, que culpa tengo de ser de una raza fríolenta, a pesar de todo me encierro y me procuro el aire fresco de un libro, pero no me acostumbro y vuelvo a salir y el comercio exige con su publicidad poder adquisitivo.
El día que me pagan la prima me da igual, retiro la platica contadita y se la paso a ella, pero al ver que su semblante no cambia, protesto y ella decidida como llena de vergüenza me dice: estoy maluca, mientras yo trato de sonreír a pesar del bendito dolor de muela que no sé por qué siempre me da en diciembre.