Por V.
Sabrán ustedes que estoy hablando de Ron Dámon el del Chavo del Ocho, personaje en el que Roberto Gómez Bolaños sentó una filosofía anacrónica, pongánle sentido a vivir en una vecindad sin trabajar, a cargo de una hija; con dos pantalones, una gorra, una camiseta, zapatos tenis, un televisor, un juego de sala, incluído un sofá, platos, un álbum de fotografías y un espejo, a parte de eso ni un céntimo. Que paso, que pasó vamos ahí... Pero en pleno el trabajo no es malo, lo malo es tener que trabajar... a poco le dan trabajo a la gente que ha estado en la cárcel ó que ha boxeado, ó que ha cantado en los gallos, ó que ha vendido churros... A parte de eso aguantarse las palizas de la vecina gruñona y las hormonas de la vecina enamorada... Monchito.
Pero siempre dispuesto a una sonrisa sincera, aunque no pague la renta, aunque a veces ni se sabe de dónde saca plata será de las exhibiciones de yo-yo ó de la venta de leche, confetí ó globos ó la ropa usada, ó la prenda de la plancha, la escopeta ó alguna herencia.
La verdad sea dicha hoy en día está filosofía no funciona, deber arrendo es sinónimo de estar demandado, ahora que tener una vecina que pega y luego averigua es motivo de tutela y peor tener una bruja enamorada comparable a ser objeto de algún maleficio, pero en medio de todo siempre gana es el deseo de continuar, de ganarse la vida día a día y siempre estar dispuesto a compartir asi sea la pobreza que agobia el momento, vale la pena estar feliz por los demás. chusma...chusma...