martes, 12 de enero de 2021

APOLOGÍA Y PARAÍSO III

La brisa juega con sus cabellos, esta allí inerme, delicada, tierna, no soporto más, intento un beso, pero ella se niega.

No ese color de piel cenizo no es el de ella, tiene que ser algo grave para que me haya citado allí.

- ¿Qué pasa? de verdad esto es grave ¿cierto?
- No tienes culpa en esto, quizá sea mejor aplazar esta conversación... - volvió el rostro y sus ojos no querían mirarme...

Seguimos caminando y su mano seguía fría.

Yo sé que muchos culpan a las mujeres del dominio que tienen sobre el hombre, es histórico el cumplimiento de su deseo pero qui´za sea que ni ellas mismas saben lo qué desean en realidad, y por eso el mundo esté tan confuso.

Recordé entonces que ella había querido terminar la relación antes y solo eventos adversos nos habían unido luego y así en medio de todo ese amor prosperaba.

El tiempo pasa y las personas ya no nos impresionan, les sometemos a nuestros juicios y entonces cuando hacen algo extraordinario por nosotros ya no nos sorprenden, la rutina viene siendo una asesina silenciosa.

Muchas más personas habían sido invitadas a nuestro paraíso.