martes, 5 de enero de 2021

LPCM: REFLEXION

Morir es dormir eternamente, un descanso, una solución, una marcha continua, irse a la eternidad y convertirse en lo esencial, lo que en realidad se es. La muerte es la única verdad que poseemos.

El resto es impuesto por una cultura, desde tiempos lejanos la muerte fue concebida en rituales como ofrenda, en batalla como una perdida, en la religión como castigo, y aún a la muerte se le personifico con su hoz y sus huesos y su capa escabrosa de color negro y que nunca se avista y aparece sin más.

La muerte sindicada de justa, de justiciera a veces, de conveniente, de complaciente, aquella que no libra ninguna batalla y en cambio acaba con la vanidad, el orgullo, la esperanza, y que se enarbola como signo de paz y tranquilidad.

La muerte la que es cura para los problemas, la que nos hace huir, la que inspira a veces miedo, a veces respeto, la misma a la que a veces se acude en la desesperación, la misma muerte que no entendemos, la que no tiene vuelta, la que nos deja a los vivos solo con los recuerdos, inermes, perplejos, pensando en si estamos haciendo bien en invertir más en cada segundo,

La muerte la contra parte de la vida, la que se presenta como cascada en medio del río, la que que se presenta cuando ya no estamos, la que llega exacta y a la que siempre llegamos tarde, y no la comprenden los vivos, la que aguarda escondida tras la puerta para trasladarnos a otra parte en donde no hacen falta puertas ni de entrada ni de salida, la que se congracia con la nada, la que no podemos imaginarla si es oscura o si es clara, la que esta en todas partes y quizá por su causa de ser fin ocurra también ese fenómeno del comienzo.

La muerte y la calma 
la cesación de la vida,
la noche continua
la duda y la intriga.
fin 
para
comenzar.
comienzo
para 
terminar.
Todo o nada.