sábado, 16 de enero de 2021

APOLOGÍA Y PARAÍSO V

Me miraste a los ojos y me dijiste:
- Estoy enferma 
- ¿De qué?
- Si yo lo tengo es posible que tú también...
Baraje posibilidades, me  llene de miedo, solté tu mano, mi cuerpo se enfrío de inmediato y un nudo en la garganta me impidió seguir hablando, sin decirlo sabía de lo que ella hablaba, y no adivinaba, simplemente ahora me explicaba el por qué de sus inseguridades, y de su hermetismo...
Iba a optar por irme a llorar en la soledad de mi yo, en mi calma perpetua, digerir con calma la noticia, tratar de entender lo que estaba pasando, cuando ella me atrapa y me atrae para darme un abrazo y un beso, como si fuese ella culpable, como si eso era todo lo que podía darme... lloré sobre su hombro, y allí entendí que lo más terrible que podía hacer era alejarme... 
Y reuniendo toda la valentía posible me inspire para desprenderme de su hombro y pedirle disculpas, y en seguida abrirnos a un diálogo elemental en donde sabíamos los dos nos estábamos jugando todo lo que teníamos, ya el tiempo y el espacio dejaban de importar, ahora comenzaba una lucha en un solo sentido: la vida.