Por: Punto Límite Cero (PLC)
En ese pueblo la vía va y vuelve por el mismo lugar no hay más.
Pero lo fatal es que no hay droguerías, ni provisiones médicas y me es necesario una jeringa.
Tal como un diabético desea su insulina, ó como alguien con dolor desea su morfina, me es necesario la dosis mínima. Acabo convenciendo a una secretaría de que me venda una jeringa que usa para recargar tinta a los cartuchos de su impresora, esto se puede llamar miseria, desespero, pobreza ó simplemente poesía si se prefiere. Estoy pensando en a la dichosa jeringa hacerle un atrio apenas llegué a la ciudad, pero luego de calmarme me resigno a pensar que en la ciudad existen los medios para dar rienda suelta a cualquier vicio, llamese esto: licor, cigarrillo, mujeres, ó vivir. Pienso en volver algún día a ese pueblo sin más droga que el propio oxígeno y polvo.