Por: Alejandra Erazo Vega
La vida sin amor es como una canción sin música. Eso dicen. Escuché en alguna oportunidad al genial Jaime Garzón el humorista Colombiano que se quejaba asi del amor y las mujeres "las mujeres son como las gallinas, uno dándoles el maícito en la casa y las ladinas se van a la calle a buscar porquerías". Tampoco es que los hombres salgan tan bien librados en matería de fidelidad y compromiso. Tuvé la ocasión de llevar por algunos años mi vida junto a un chico que estudiaba Ingeniería Electrónica; con él convinimos una relación poco habitual y abierta (tal como un circuíto abierto) con la promesa ó premisa de que fueramos estrictamente responsables el uno con el otro ó mejor dicho en materia de salud sexual. Todo fue bien hasta cuando yo me sentí utilizada, y así se lo hice saber a él cosa que desvirtúo de inmediato ya que yo carecía de pruebas. Pero un día viéndo como él probaba las conexiones y hacia mapas de circuítos en una tabla a la que el llamaba la protoboard me armé de fuerza y le dije: "así, así es como me siento" -¿cómo? - intercedió y le expliqué que cuando él tomaba el cable de dos extremos y lo conectaba en un lado y luego en el otro no era lo mismo. ¡Bueno! en fin quería que cambiara la relación, cerrarla , blindarla, pero decidí que era muy complicado cualquier decisión así que lo mejor fue ponerla en off y contar con que mi siguiente relación fuese de un solo polo eléctrico sin que juntos causarámos un choque eléctrico.