Por: Víctor
Acuséme de mentir para proteger mi verdad.
A mí no me concoce ni mi mamá. Un día me dieron a elegir pero ni eso quise.
Me elegí en Profeta renunciando a terribles vicios humanos.
Alimente dudas y no conocimientos fuí el ser más triste para luego ser el más contento.
Y me alimenté de mundo para parecerme al Caballero de la Triste Figura y confundir el sol con una lámpara y a la mujer de la calle con una princesa salida de los cuentos de hadas.
Yo no necesito nada, ni necesito de nadie, soy tan perfecto que hasta los dioses temen y mi principal poder es escribir y tratar de que tanta verdad no me maté.
Encuentro al mundo triste y algún día saldré a predicar mi palabra, a sanar con la única potestad que me ha dado la nada, no profetizo más bien contemplo la realidad tal como es: trágica.
Asito a mi luto porque a pesar de cuanto hablamos, cuanto razonamos, cuanto creemos avanzar, al final terminamos más y más convencidos de que no sabemos para qué nacemos ni por qué morimos.