Por V.
El Profeta más flaco de su generación, el que decía que "nada es de nadie", el que murió varias veces y todas las profetizo iba un 25 de septiembre hacia Villa de Leiva y en el camino se encontró de bruses con la infinita nada. "Mierda" fue su última palabra que traducida quizá quería decir "vida", la vida que se le escapaba. Y de donde fue su tumba varias veces se robaron la lápida creyendo en algún efecto milagroso. La Iglesia Católica a la que tanto elogió con sátiras le perdonó antes que sus adeptos lograsen para él la santificación.
Su literatura para lástima de todos se fue antes a la hoguera, dicen por culpa de un ángel disfrazado de mujer, creo el mismo ángel que hizo que los Beatles se separasen, el mismo que provocó el suicidio de Kurt Cobain, el mismo que hizo que Eva pecará primero y luego más... el mismo que me trajo a la vida.
Qué pensaba Gonzalo Arango en ese instante, anesteciado por el amor, dispuesto a realizar un viaje tan largo que la vida no le alcanzaría. Y no me importa si el Profeta realizó su última cena junto a sus apóstoles, si su literatura yacía inerte antes que él, si el Nadaísmo estaba en el ocaso, si él se creía un ídolo, lo que vale es que sigo al pie del cañon extasiado con sus oraciones convertidas en manifiestos a ver si en el futuro por lo menos puedo profetizar mi muerte y dejar como él lo hizo un testamento tan valioso.