Esta mañana me inunda la pereza, las ganas de no hacer nada, sin embargo el azúcar se ha terminado y es preciso ir a la tienda y como afuera no parece haber nadie me atrevo a salir vestida solo con la bata de baño y las chanclas arrastraderas. En el camino decido que también voy a comprar una de esas bebidas energéticas para tratar de recuperar algo de fuerza. Saludo al tendero y al constatar que en la tienda hay más gente me afano a tomar lo necesario, pagar e irme, pero no pude hacer ni lo uno ni lo otro, todo por olvidar el dinero en casa, le suplico al tendero me permita llevar las cosas y luego volver para pagar, el señor mira desconfiado y más cuando comprueba que la lata de la bebida energizante ya ha sido destapada, vaya! costumbre; ante tal situación no me queda sino ir primero por el dinero; asi que apilo las cosas en un rincón del mostrador y al hacerlo la faja de la bendita bata se enreda, y mi bata se abre el suficiente tiempo para demostrarle al tendero y a otros espectadores varones que si soy mujer y que es natural la desnudez (a veces). Claro es decir que no volví por las cosas y que aunque la bebida energética al parecer resultó, estoy pensando en renunciar al rito de hacer el amor por las mañanas y de paso cambiar de domicilio.