Hay situaciones que escapan a la franca realidad y que no puedes controlar, son por asi decirlo decisiones del destino que suelen suceder, de tal forma que no tienes que hacer nada más que maravillarte, asustarte, ó quedarte a la expectativa, asi que en medio de todo y de esa inerme fragilidad, indecisión, sumisión e incapacidad la única elección es ponerse a llorar asi tal acción no lleve a nada. Pero luego de pensar mucho y deshacer un poco la amargura te convences que no hay mal que por bien no venga, y que pese a todo, lo bueno es tener lo indispensable tanto como la salud y la vida y que ningún asunto propio ni ajeno podrá perpetuarse por la eternidad, todo pasa y entonces sale el sol de nuevo y el clima mejora y cualquiera que sea el problema se olvida o se enfrenta con la versión optimista de que las cosas solo son para quien las lucha. Ese don maravilloso de volver a comenzar es grandioso y la vida tiene para tí los mejores obsequios que son los millones de matices que a la vuelta de la esquina puedes encontrar y que a la postre muchos de ellos son supremamente más graves que todos los que te afectan a ti.