-"¿Entonces para qué te casáste?" - es la réplica de mi mamá. Mientras yo asumo que el divorcio solo es otra etapa y que es necesaria para seguir la carrera y ganar quizá otro altar. Ni oír. Pero en cuanto la Abogada cita a las partes en vista de que no hubo discusión solo acuerdos hay que firmar tales nuevos compromisos. El imbécil aparece elegante, mejor que en la propia boda, tiene adherido medio frasco de colonia y su camisa y corbata se resaltan tras un semblante como si tuviera eso que llaman feeling, se atreve él a llamarme aparte y decirme muy decentemente "si quiere paro esto y aquí no ha pasado nada" diez palabras que se me clavan entre cerebro y corazón y me ponen a pensar en qué diablos hará el pobre si ni siquiera un huevo puede fritar; las mamás definitivamente son capaces hasta de tirarsele la vida a los pobres hijos convirtiéndolos en inútiles, como éste que no más se le múrio su mamacita camino poco y se encontró otra. Y para colmo la abogada no sé que trama y se inventa severo discurso de redención y perdón, me dan ganas de insultarla y decirle que si tantas ganas le tiene a mi ex marido alli se lo dejo disponible; luego comienza él con la confesión "Yo no quiero divorciarme..." y allí si se me van las lágrimas y acudo a eso que recomiendan los sabios "no aplazar lo díficil". La Abogada que no parece estar de acuerdo conmigo me ve firmar y mueve negativamente la cabeza, ya cuando salgo del recinto recuerdo que ya no tengo auto y que me corresponde esperar un taxi, soy testigo de que la Abogada sale junto a mi ex marido y se suben en el mismo auto y pasan por mi lado sin determinarme. "No importa me digo, tengo el 50% pero voy a dar el 100%".