Academia de Arte ADA
Por: Brandy
La vida comienza los viernes en la noche cuando hay que preocuparse por vestir bien, maquillarse, y tener algo de lana (dinero), pero lo principal es tener para contar, para celebrar y no importa si es bueno ó malo para una, por ejemplo nena terminó con el novio y festejamos su soltería pero luego le entró una angustia fatal que solo con un buen cóctel se le quitó. Lo primordial es figurar en medio del lugar para que los chavos te inviten a bailar y de paso te financien el rato con un traguito a esos les endulzas el oído con cosas como qué se ven bien y que son de tu tipo y otras mentirillas, así la noche efervece y la rumba se hace interesante, cuando el sueño te vence buscas unas pastillitas y con eso soportas el trajín, la música se convierte en algo que sientes en lo más hondo de tu ser, los movimientos son dispersos pero se igualan al ritmo y el licor tiene otro sabor, tu acompañante luce bien y al oído le dices que necesitas afecto, te parece natural que intente una aproximación más íntima y entonces lo postulas a ser tu novio por ese momento, vuelves a el cansancio pero los gritos frenéticos de alguien que se paso de tragos te traen de nuevo, el acompañante tiende una emboscada para obtener un favor casi sexual, otra pildoríta y la noche es joven, la sed surte efecto, al igual que la emoción al ver que la risa no para sin saber por qué, eso y cuando alguien mira su reloj y precisa que es hora de abandonar el barco, el lugar yace vacío y cuando salimos nos confundimos y cada quien toma su camino, para mi suerte me he quedado con la chamarra del chavo y para colmo él ha olvidado un fajo de billetes y como no hay identificación ni nada en el horizonte me apropió de todo. Amanece y es hora de ir a dormir, en el taxi pienso en que la vida se parece a un viaje en el que somos distintos en cada parada y no importa saber para dónde vamos mientras el camino no acabe.